Entradas

Mostrando entradas de mayo, 2020

EL CRIMEN DEL CAMINO MÁLAGA-ALMERÍA

Imagen
El crimen del camino Málaga - Almería  (febrero de 1937) Norman Bethune Fotografías de Hazen Sise España es una herida en mi corazón. Una herida que nunca cicatrizará. El dolor permanecerá siempre conmigo, recordándome siempre las cosas que he visto Lo que quiero contaros es lo que yo mismo vi en esta marcha forzada, la más grande, la más horrible evacuación de una ciudad que hayan visto nuestros tiempos. Imaginaos ciento cincuenta mil hombres, mujeres y niños que huyen en busca de refugio, temerosos del ejército nacionalista del general Queipo de Llano. No hay más que un camino. No hay más vía de escape. La ciudad que buscan es Almería, y hay que andar hasta allí cerca de doscientos kilómetros… huyendo entre declives de más de treinta metros. Un camino encajonado entre los altos picos de la Sierra Nevada y el mar… hay que andar cuarenta o cincuenta kilómetros al día, una caminata de cinco días con sus noches… Y no encontrarán alimento en los poblados por

69º día de confinamiento (2ª parte)

Imagen
Pablo Picasso Sueño y mentira de Franco (1937) Pablo Picasso (1881 - 1973)

69º día de confinamiento

Imagen
Miguel Hernández A mi hijo Te has negado a cerrar los ojos, muerto mío, abiertos ante el cielo como dos golondrinas: su color coronado de junios, ya es rocío alejándose a ciertas regiones matutinas. Hoy, que es un día como bajo la tierra, oscuro, como bajo la tierra, lluvioso, despoblado, con la humedad sin sol de mi cuerpo futuro, como bajo la tierra quiero haberte enterrado. Desde que tú eres muerto no alientan las mañanas, al fuego arrebatadas de tus ojos solares: precipitado octubre contra nuestras ventanas, diste paso al otoño y anocheció los mares. Te ha devorado el sol, rival único y hondo y la remota sombra que te lanzó encendido; te empuja luz abajo llevándote hasta el fondo, tragándote; y es como si no hubieras nacido. Diez meses en la luz, redondeando el cielo, sol muerto, anochecido, sepultado, eclipsado. Sin pasar por el día se marchitó tu pelo; atardeció tu carne con el alba en un lado. El pájaro pregunta por ti, cuerpo al

67º día de confinamiento

Imagen
Ramón Gaya. Luis Cernuda. 1932 Luis Cernuda Donde habite el olvido Donde habite el olvido, En los vastos jardines sin aurora; Donde yo sólo sea Memoria de una piedra sepultada entre ortigas Sobre la cual el viento escapa a sus insomnios. Donde mi nombre deje Al cuerpo que designa en brazos de los siglos, Donde el deseo no exista. En esa gran región donde el amor, ángel terrible, No esconda como acero En mi pecho su ala, Sonriendo lleno de gracia aérea mientras crece el tormento. Allí donde termine este afán que exige un dueño a imagen suya, Sometiendo a otra vida su vida, Sin más horizonte que otros ojos frente a frente. Donde penas y dichas no sean más que nombres, Cielo y tierra nativos en torno de un recuerdo; Donde al fin quede libre sin saberlo yo mismo, Disuelto en niebla, ausencia, Ausencia leve como carne de niño. Allá, allá lejos;  Donde habite el olvido. Luis Cernuda (1902 - 1963) Donde habite el olvido (1933)

60º día de confinamiento

Imagen
Carlos Álvarez Primeros pasos Mis versos no son míos: lo confieso. Estaban en el borde del camino cubiertos por el polvo, muy lejos de la ruta vertical hasta el cielo de mis sueños, y apenas alcanzaban la incierta ingravidez de mis sandalias... (la mano en los bolsillos, y en el pecho la canción y el sosiego, las estrellas dictaban mi camino). No supe descubrirlos hasta el primer tropiezo: cuando azoté la tierra con las manos y la noche murió sobre mi espalda, y sólo entonces supe que entre el polvo y el barro se escondían el manantial primero que alumbra el río, el río de incansable singladura que vierte sobre el mar su propia entrega, el mar que se alimenta de su escena de amor sobre la playa... Pero caí de bruces sobre el polvo y me dolió la tierra, y cuando nuevamente me alcé sobre mí mismo y contra el cielo y la noche volvió a tener su espejo, mis manos ya no estaban ociosas en el fondo del bolsillo, y buscaban co

58º día de confinamiento

Imagen
Miguel Hernández Un carnívoro cuchillo de ala dulce y homicida sostiene un vuelo y un brillo alrededor de mi vida. Rayo de metal crispado fulgentemente caído, picotea mi costado y hace en él un triste nido. Mi sien, florido balcón de mis edades tempranas, negra está, y mi corazón, y mi corazón con canas. Tal es la mala virtud del rayo que me rodea, que voy a mi juventud como la luna a mi aldea. Recojo con las pestañas sal del alma y sal del ojo y flores de telarañas de mis tristezas recojo. ¿A dónde iré que no vaya mi perdición a buscar? Tu destino es de la playa y mi vocación del mar. Descansar de esta labor de huracán, amor o infierno no es posible, y el dolor me hará a mi pesar eterno. Pero al fin podré vencerte, ave y rayo secular, corazón, que de la muerte nadie ha de hacerme dudar. Sigue, pues, sigue cuchillo, volando, hiriendo. Algún día se pondrá el tiempo amarillo sobre mi fot

57º día de confinamiento

Imagen
José Ángel Valente El ángel Me he levantado, he cubierto mi mesa con un tapete verde y me he sentado cuidadosamente a deshojar esta pequeña flor. Todo empezaba así. Todo menos la muerte, menos la vida, el amor o el odio. Todo empezaba así, la pasión de morir, de vivir, de amar, de odiar. Oscuro jugador, frente a mí el ángel con su terrible luz, su espada, su abrasadora verdad. Yo tenía solamente una flor. Al sí y al no jugaba contra el ángel, jugaba al sí y al no, al siempre, al todavía. Pero tú conocías, adversario cruel, todas mis suertes. Nada te delataba, separado de mí por una mesa con su tapete verde, una pequeña flor, toda la muerte. Fue larga la velada. Al fin me dijiste un nombre. Yo tenía una flor, tu un espada de fuego. Yo la triste libertad de querer tu victoria. José Ángel Valente (1929 - 2000) A modo de esperanza (1955)

María Zambrano "Claros del bosque" (2)

Imagen
Alguna figura en esta lejanía anda a punto de mostrarse al borde de la corporeidad, o más bien más allá de ella, sin ser un esquema ni un simple signo. Figuras que la visión apetece en su ceguera nunca vencida por la visión de una figura luminosa ni por esplendor alguno. Algún animal sin fábula mira desde esta lejanía. Algún jirón se desprende de una blancura no vista, algo, algo que no es signo. Nada es signo, como si se vislumbrase un reino donde lo que significa y lo significado fuera uno y lo mismo, donde el amor no tiene que ser sostenido ni la naturaleza ande como oveja perdida o sorprendida que se aparece y se esconde. Y la luz no se refleja ni se curva ni se extiende. Y el tiempo sin derrota no transcurre, allá lejos donde se enuncia el centro al que espejan en instantes los claros de este bosque.    Y la visión lejana del centro apenas visible, y la visión que los claros del bosque ofrecen, parecen prometer, más que una visión nueva, un medio de visibilidad donde la