Francisco Brines. In Memoriam. "La tarde imaginada"
A Ramón Gaya
Si ahora pudiera ver las desnudas montañas de Oliva,
la exangüe luz cayendo entre sus piedras,a sus pies los naranjos sombríos,
el
aire azul en torno de la casa
y
al frente el mar, muy pálido.
Estar
mi cuerpo allí, sabiéndome aún vivo
y,
por ello, feliz
o
esperanza de serlo.
Escribo
en esta tarde, con la luz de Madrid que cae en las
terrazas,
la
tarde en que imagino que estoy allí, en la piedad de Elca,
o
escribo para siempre desde la noche inmensa e impura
en
que no me sé vivo.
Y
desde ahí, tan árido,
porque
mi mano, en el espectro del papel, enciende
vagamente
palabras espectrales,
dar
testimonio inútil
de
que estuve en la vida afortunada
y
tuve la experiencia de la felicidad.
Sólo
porque en mis ojos las tardes, sucesivas, se acogieron,
como
en las ramas paran los sucesivos pájaros,
puedo
desde este hueco seco
hacer
mover el aire en una tarde incierta,
ni
siquiera extinguida, pues que fue imaginada,
y
así resume todas las tardes de mi vida.
¿Y a mí, quién podría salvarme?
¿Tus ojos, que ahora crean mi tarde inexistente?Lector,
esfuérzate, y enciéndela:
está
donde un olor de rosas te llega del camino.
Si
existo es porque existes.
Tú repites mi vida, y no la reconozco.
Ramón Gaya 1910 - 2005
Francisco Brines 1932 - 2021
La última costa. 1995
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