Vittorio Vidali. Comandante Carlos

 

Apasionado conocedor  del paisaje y las gentes de la hoy provincia italiana de Trieste, allí donde hasta el final de la Gran Guerra el Imperio austro-húngaro se asomaba al Adriático, Alejandro Sánchez Escobar nos regala con estas tan hermosas como evocadoras imágenes del cimetero comunale de Muggia, localidad al  sur del gran puerto de Trieste, patria y último jalón de Vittorio Vidali, el legendario Comandante Carlos,   que   "en el patio de un convento", (*)  sería uno de los organizadores del ya para siempre glorioso "5º regimiento de Milicias Populares"; para muchos nodo matriz de lo que pocas semanas después sería el Ejército Popular.

(*) En realidad, colegio de los salesianos  en la calle Francos Rodríguez.
 
Carlos Hernández
 
 





Vittorio Vidali. 1900 -1983

 

Tras consagrarse como líder del Quinto Regimiento, este comunista se convierte en el hombre de su partido en los frentes y en el máximo responsable de la propaganda y el espionaje contra el enemigo

 

 

El 24 de mayo de 1937, Vittorio Vidali fue nombrado comisario delegado de Guerra de División por parte de la Junta Militar de Defensa Republicana. A partir de ese momento será el máximo responsable de la agitación y propaganda dentro de las filas enemigas. Vidali, de nacionalidad italiana, habia sido hasta ese momento el comisario político del Partido Comunista con más peso dentro de las Milicias populares, y más tarde dentro del Ejercito Popular. Fue durante toda la contienda el principal ideólogo e impulsor de las posturas comunistas en el frente. Fue nombrado máximo responsable de propaganda y espionaje dentro del Ejército republicano, hasta que dicha función pasa a manos de una unidad del Ejército.

   Vidali se encontraba en España en el momento de la sublevación militar como máximo representante del Socorro Rojo Internacional, una de las organizaciones de la Komintern. Cuando el 18 de julio las tropas del General Fanjul se levantan en el cuartel de La Montaña, Vidali fue uno de los líderes que dirigió la resistencia y toma del cuartel por parte de las milicias populares. En esa acción nació el Quinto Regimiento, grupo de milicias comunistas que adquirió un papel preponderante en la defensa de Madrid. Vidali se convirtió en uno de sus dirigentes y su principal voz política, pasando a ser conocido como el comandante Carlos Contreras (otro de sus seudónimos sería Eneas Sormenti).

   En las primeras horas del día 20 de julio se configuró la primera comandancia del Quinto Regimiento, formada por Vidali, otros dos miembros destacados del PCE -los comandantes Castro Delgado y Barbado- y dos miembros del Ejército, los capitanes Gallo y Márquez. El propio Barbado siempre dirá que el verdadero cabecilla del Quinto Regimiento era Vidali, rápidamente conocido entre sus hombres como el comandante Carlos, aunque quien tiene la última palabra en los primeros días sea Enrique Castro Delgado, especialmente por ser español.

   En cualquier caso, el papel otorgado a uno u otro difiere mucho según quién cuente la historia de aquel Quinto Regimiento. Castro tendrá en años posteriores problemas con sus compañeros y renegará de su pasado comunista, mientras que Vidali será siempre fiel referente de sus camaradas.

   La figura de comisario político tiene su origen en la Revolución Francesa, pero modernamente se consagra en el Ejército rojo, en el que fueron el alma de las unidades de combate. Su labor de educador, formador de conciencia política, agitador y propagandista fue clave en la formación de los milicianos. Como mantenía uno de sus principales colaboradores y también comisario político, Santiago Álvarez, "el trabajo político es la base del Ejercito popular. Hemos visto llegar miles de hombres que en su mayoría apenas comprendían por qué ellos venían a luchar, y después de unos días de trabajo político y cultural se han batido como héroes".

   Carlos Contreras se encarga también de la organización de la intendencia de las milicias. Con su carácter bronco, se las arregló para estar en todos los frentes y contagiar a todos de su combativo espíritu revolucionario.

Fue además uno de los fundadores de la revista Milicia popular, principal instrumento propagandístico del Quinto Regimiento. De periodicidad irregular, llega a tirar 40.000 ejemplares. En la mayoría de sus portadas se incluyen discursos políticos de Carlos animando a sus tropas, y a partir de septiembre llamando a la creación de un Ejército popular de la República para unir las fuerzas dispersas ante el avance de las tropas de Franco. "Hemos derribado las teorías por las cuales los milicianos no pueden llegar a ser grandes generales, pero ahora pensamos que para ganar la guerra es necesario el Ejército único, dependiente sólo del Gobierno de Largo Caballero".

   El acto que pone fin oficialmente al Quinto Regimiento tras su fusión con el Ejército Popular republicano tiene lugar el 27 de enero de 1937 en el Cine Goya de Madrid. Intervienen líderes como Carlos, Líster, la Pasionaria o José Díaz. El acto quedó recogido en la película La tierra española, de Jaris Ivens, en la cual se ve a un sonriente Comandante Carlos arengando a las tropas: "¡No pasarán!, ¡Firmes!, ¡Y no han pasado! ¡Viva el Ejército Popular, el Ejército de la victoria!".

   Semanas más tarde, el primer fin de semana de marzo, tiene lugar en Valencia el Congreso del Partido Comunista. Ante el entusiasmo de sus camaradas, Carlos pronuncia su conocido discurso "Nuestro gran Ejército popular", un compendio propagandístico y militar sobre cuál debe ser el papel del PCE en el nuevo panorama político y bélico. Ensalza el papel del pueblo, el rol del nuevo Ejército y la necesidad de un mando único en el que los nuevos líderes surgidos del pueblo tengan un papel destacado. Y previene del peligro de que, tras el alzamiento militar, todo acabe con un nuevo Abrazo de Vergara: no puede haber, dice Vidali, un final amistoso; la única salida es aplastar al enemigo.

   Con la llegada de los comisarios políticos soviéticos mandados por Stalin, su figura pierde cierto peso. Pero en su nuevo puesto de director de la Propaganda en territorio enemigo, no deja de desempeñar su labor de apoyo al Partido Comunista. Escribe un pequeño libro llamado La Quinta Columna, donde recoge un decálogo para que el pueblo sea capaz de descubrir a los enemigos que estaban entre sus filas.

   Tras la Guerra, Vidali sale de España junto a su compañera, Tina Modoti, la gran fotógrafa que durante el conflicto había colaborado en la Centuria Sozziáe de  brigadistas comunistas italianos. Volvió a Moscú como miembro del PCUS, hasta que pudo regresar a Italia. Allí, en su Trieste natal, será durante muchos años Secretario General de la Federación Triestina del Partido Comunista Italiano. Varias veces elegido senador, escribió varios libros sobre la Guerra española: Spagna lunga battaglia, Comandante Carlos, La caída de la República, Así creé el Quinto Regimiento

  Murió en 1983.

 

Fuente:  guerracivildiaadia.blogspot.com

 
 
 

 Doble página de Milicia popular conteniendo Promesa del Miliciano, redactada por el Comandante Carlos

 
Promesa del Miliciano

 Yo, hijo del pueblo, ciudadano de la República Española, tomo libremente la condición de miliciano del Ejército del pueblo.

   Me comprometo ante el pueblo español y el Gobierno de la República, surgido de la victoria del Frente Popular, a defender con mi vida las libertades democráticas, la causa del progreso y de la paz; a exterminar definitivamente el fascismo y a llevar con honor el título de miliciano.

   Me comprometo a estudiar las ciencias militares y a cuidar escrupulosamente, previniéndolo de todo deterioro y posibilidad de hurto o extravío, el material militar de propiedad nacional que me fuere confiado.

   Me comprometo a guardar y hacer guardar la disciplina más rígida, cumpliendo con exactitud todas las órdenes de mis jefes y superiores jerárquicos.

   Me comprometo a abstenerme de actos deshonrosos y a impedir que sean cometidos por mis camaradas, poniendo todo mi empeño en conducirme siempre correctamente, con el pensamiento colocado en el alto ideal de la República democrática.

   Me comprometo a acudir en la defensa de la República democrática española al primer llamamiento del Gobierno, poniendo todo mi esfuerzo y mi vida al servicio del régimen republicano y del pueblo.

   Si falto a este compromiso solemne voluntariamente, que caiga sobre mí el desprecio de mis camaradas y me castigue la mano implacable de la ley.

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