Milena Herrera "El Caballero Misterioso" (2017)




MILENA HERRERA

EL CABALLERO MISTERIOSO


1

Hoy es un día más, con otra actividad, ya que el rey Felipe y yo hemos salido del reino en busca de la princesa Laura.
   Han pasado tres días y ni rastro de la princesa. Además el rey Felipe se ha gastado todo el dinero. Es un codicioso, puede que el rey más codicioso del planeta.  Al fin llegamos a un sitio cómodo con césped limpio y árboles altos y fornidos. Nos tumbamos al lado de uno y el rey salta de alegría, aunque no sé por qué.
   - ¡Esbirro! - dice contento mientras saca una bolsa llena de monedas de oro de un agujero del árbol y me la enseña. Yo estaba con los ojos abiertos como platos, no por el dinero, ni mucho menos, sino por una persona con una fuerte armadura y una gran espada qué está detrás de él.
   Con el dedo tembloroso le indico al rey que tiene a aliguen detrás. Él se gira poco a poco y su nariz se encuentra con una espada afilada y brillante, podría decir que de las mejores que he visto. Junto a su nariz se distinguía una sonrisa aunque no importó mucho ya que lo único que pasó es que el rey dio el dinero y cayó desplomado al suelo, impresionado por el dueño de la espada.
   - ¡Tú, Caballero Misterioso! - El Caballero Misterioso  se giró y dio un largo suspiro mientras levantaba el casco de su armadura dejando ver su rostro.
   - ¿Si, padre? - Esa voz… ¡Es de la princesa¡ El caballero que antes casi nos mata de un susto con solo alzar la espada era la princesa, mi mejor amiga, la única del reino que me trataba bien y que era capaz de hacer las cosas sola.
   Ella me miró al ver que su padre no respondía y sonrió.
   -Vámonos - dijo sin más. No sabía dónde quería que fuéramos pero yo fui. En ese reino, con un rey codicioso y lleno de  gente ignorante y sin familia, yo mejor me voy con Laura, mi mejor amiga.
   Parecía la de siempre, incluso más feliz. Ahora dejaba ver su espíritu libre, antes solo se mostraba como una delicada e inteligente princesa que estaba destinada a casarse. Ahora es una princesa amable, fuerte, valiente y graciosa, como siempre fue, como nunca mostró ser.
   Se la veía más ligera y más fresca, con el pelo suelto al viento y sin maquillaje.
   Llegamos a un pueblo donde parecía ser conocida y parecía tener muy buena fama. Todos la quieren y es normal porque ella es fantástica. Por eso es mi mejor amiga.
   Entramos en un bar a tomar algo. El camino había sido largo y habíamos caminado mucho así que necesitábamos descansar y comer. Ella fue al baño para quitarse la armadura y salió con ella en brazos y vestida con una camisa blanca tan grande que le servía de vestido, con un cinturón por la cintura y un pantalón marrón ceñido a sus piernas.
   Le faltaban zapatos, le di unos míos. Tenía los pies rojos por los zapatos de hierro de la armadura.
   Me sonrió. Tiene una sonrisa preciosa.

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